A lo largo de la vida las personas sufrimos. El malestar puede manifestarse de formas muy diversas, como estrés, ansiedad, depresión, fobias, obsesiones, cambios en el sueño o la alimentación, dolencias físicas, etc. Cuando este dolor se torna muy intenso o comienza a interferir de forma significativa en nuestra vida cotidiana, es momento de parar y reflexionar. Muchas veces no comprendemos el origen de nuestro malestar o, si lo conocemos, no sabemos cómo ponerle remedio. Lo único que tenemos claro es que estamos sufriendo y queremos dejar de hacerlo.